En 1726, creada la Gobernación de Montevideo, su jurisdicción llega por el Norte hasta los ríos Yï y Negro, perteneciendo ésta zona del hoy Tambores, al Virreinato del Río de la Plata con sede en Buenos Aires. La administración se hacía vía la estancia de Yapeyú, que abarcaba desde el Río Negro y Tacuarembó hasta las Misiones Orientales, ocupando la actual Provincia de Corrientes y parte de la de Entre Ríos. Esta vasta zona, atinente a la corona española, fue codiciada y asediada por los portugueses.

 

Luego del domino de los indios naturales, la primera influencia fue la de los Padres Jesuitas y de las distintas misiones en las que evangelizaron y trasmitieron su cultura a los naturales. Esta tarea llevó a la creación de las grandes vaquerías que llegaron hasta el Río de la Plata. Es hecho descontado que los primeros pobladores más o menos estables hayan sido tapes ya vaqueros o traídos en un principio como peones para construir fortines y para las guerras de la Colonia del Sacramento.

 

Si observamos el mapa de la República y en particular el del departamento de Paysandú, comprobamos los inmensos bolsones de campo que forman por un lado el río Queguay Chico, el Grande y el Arroyo Corrales hasta sus respectivas nacientes y por el otro el que conforman el mismo arroyo Corrales hasta sus respectivas nacientes y el Queguay Grande. Ambos bolsones de tierra tienen sus bocas abiertas hacia el noroeste en las cercanías de Tambores y ello es sin dudas el elemento decisivo en su conformación particular marcando el carácter de la sociedad que allí se desarrolló.

 

En esas inmensidades constreñidas por los referidos cursos de agua, pastoreaban enormes rodeos de ganados cimarrones, tentación para los bandeirantes que bajaron del Norte, arreando las tropas desde los bolsones en línea casi recta a Bagé.

 

Bagé a pesar de ser un caserío era un punto estratégico de concentración de tropas, no debemos olvidar que 1842 y por tres años fue la capital temporal de la Revolución Farroupilha y por algo tiene y luce el título de “A Rainha da Fronteira”. Tras los primeros acarreadores fueron llegando los “Bageanos”, o “bayanos” y tras los primeros afincados a suerte y verdad, comenzaron a llegar los que compraban en serio, con propiedades en ambos países buscaban seguridad para ellos, sus flias y sus capitales.

 

De esa inmigración voluntaria o forzada por lógica, Queguay, Corrales, Tambores, Piedra Sola y una zona muy extensa se vio favorecida de población procedente de Río Grande del Sur, donde los apellidos tradicionales dan fiel testimonio. Desde fines de la década del 30 del Siglo XIX, aparecen en la zona, los primeros Pereira, Brasil, Da Silveira, Franco, Colares, Farías, comprando tierras en Corrales y Queguay a los hermanos Gonzalez y Turreiro.

 

* Aldea San Bentos y Tambores.

En sus comienzos, la zona de Tambores fue territorio de simples postas de diligencias y de pobladores dispersos, donde las empresas de diligencias tenían sus paradas en el itinerario de Tacuarembó a Montevideo o viceversa.  En esa historia, aparecen dos lugares claves: la primer pulpería y San Bentos.

 

La primera pulpería, es una construcción anterior a la estación de trenes, cuchilla de Haedo de por medio. Primero puesto de estancia de Romualdo López, donde se instalan Ramón Fontán al casarse con Felicia López. Luego posta de diligencias, donde las empresas hacían sus paradas en los viajes a Montevideo o viceversa, pulpería, posteriormente comercio de ramos generales, el primero de la zona, al que más adelante se le anexa carnicería y panadería. Ese antiguo horno, actualmente se encuentra en perfectas condiciones y sigue elaborando el pan diario para los habitantes de Tambores.

 

De la revisión de los títulos de la Estancia San Bentos, surge que en 1840 el comprador de esas tierras fue Juan Marcelino Ferreira (si bien así figura en los títulos, pensamos que es un error ortográfico y el apellido debería ser Pereira) quien los adquiere, al Superior Gobierno de la República, el 9 de setiembre de ese año.

 

En 1853, estas tierras son adquiridas por el General Antonio de Souza Netto, quien había llegado a la zona luego de terminada la Guerra de los Farrapos, acompañado de 300 esclavos y su reconocida tropilla. El General Netto, primero se instaló en la zona de Piedra Sola y luego fue ampliando sus tierras hacia el norte.

 

Antonio de Souza Netto, contrae matrimonio con María Candelaria Escayola, hermana del Coronel Carlos Félix Escayola, de esa unión nacen dos hijas María Antonia y Teotonia, las que, siendo niñas y luego de la muerte de su padre, pasan a vivir en Montevideo. Carlos Escayola es el padre de Carlos Gardel, por lo tanto, María Antonia es prima del Zorzal Criollo, nacido en la estancia Santa Blanca.

Teotonia se casa con el General francés Guillerme Gaillard, con quien vivió en Niza, hasta fallecer en 1954 sin dejar descendencia. María Antonia, única heredera, a esas suertes de estancias las denominará: SAN BENTOS (nombre éste en homenaje al General Bento Goncalvez, amigo personal de su padre y líder de la revolución farrupilla).

 

María Antonia se casa con Domingo Mendilaharsu y establece residencia en una casa quinta en Montevideo. Esta casa, a fines de 1980, es vendida por sus herederos al Estado y hoy es el Museo de Antropología. En 1880 María Antonia Netto vende 15 suertes de estancia a 7000 pesos oro cada una y, entre ellas, otorga en forma de pago a Luis Bares Gattás, Florentino Martínez y Julían Taboas las dos suertes de estancias denominadas San Bentos. De la titulación surge el siguiente deslinde de San Bentos: dos suertes de estancia con 3984 hás 5574 mts2, con padrón original 235 y posteriores 312, 313, 318, 319 y 320, ubicadas en la zona de Tambores, 2da sección Judicial del Dpto de Tacuarembó, delimitada al N, parte de la Cuchilla de Aguará y el arroyo Batoví,, al Este el Arroyo Malo, al Sur el Arroyo Malo y Arroyo Sarandí; al Oeste Arroyo Sarandí y Cuchilla de Haedo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El 20 de agosto de 1887, Luis Bares Gattás las vende a Máximo Seré Mondine (su explotación es realizada por los arrendatarios A. Bentancurt y E. Lagarmilla) en 25.000 pesos por escritura extendida en Paysandú, por el escribano Juan B Madoz e inscripto en el registro de traslaciones el 27/8/887 con el N°2844 Lo 12 Fo 137. El vendedor se reservó 50 cuadras con frente al Camino Nacional de por medio con la Cuchilla de Haedo.

 

El 30/10/1890 Máximo Seré compra esas 50 cuadras y posteriormente, en 1887, las dona a la firma “Extensión al Norte del FFCC del Uruguay” donde cruza la vía férrea y el terreno donde se construirá la escuela. Finalmente, Antonio Seré Magre y Ma Seré de Casciani venden el 15/7/1941 las dos suertes de estancias a los hermanos Vicente y Francisco Arguinarena Arguinarena por escritura inscripta con el N° 115, Lo 183 Fo 84, familia que permanece como propietaria en la actualidad.

 

A las tierras de María Antonia de Souza Netto, llegaban diligencias provenientes de Montevideo en su trayecto al norte del país y, por ser un punto estratégico, hacían un alto en el camino en la Posta de San Bentos. Recorriendo esos campos, es fácil encontrarse con varios restos de aquellas primeras construcciones y de taperas de los que fue la “aldea San Bentos”.

 

 

En el reciente Inventario Arqueológico Patrimonial de Tacuarembó, se constatan bienes arqueológicos patrimoniales dentro de la Estancia San Bentos, que corresponden a estructuras históricas. En particular, se registran dos bienes patrimoniales:

 

a) Un corral circular de piedra seca, ubicado junto al casco de la estancia e inventariado como bien patrimonial por la Intendencia de Tacuarembó con el código LO201016C01. Dicho corral tiene un diámetro interno de 88 metros, estructura de piedra seca de 1,40 metros de alto x 0,85 metros de ancho, técnica constructiva de cajón tradicional de dos paredes y corresponde a una construcción de la segunda mitad del siglo XIX.

 

b) Un corral rectangular de piedra seca, inventariado como bien patrimonial por la Intendencia de Tacuarembó con el código LO201130C04. Corral probablemente para ganado ovino, ubicado a orillas del Arroyo Malo, que se encuentra incompleto, encontrándose visibles solo dos caras, la Oeste y la Sur. Las medidas son 314 metros de largo por 109 metros de ancho. Estructura de piedra seca, técnica constructiva de cajón tradicional de dos paredes, de mampuestos medianos, correspondiente también a la segunda mitad del siglo XIX. En el sitio, que oficiaba de posta, con abundante pastizales y agua permanente del Arroyo Malo, se realizaba la toma, cambio de la caballada y asignación de los postillones para los correos, viajes o ganado. Postillón era el mozo que iba a caballo delante de las postas. Subordinado del maestro de postas, de quien dependía, en cada parada había generalmente un postillón de guardia.  En 1860, 1865 y 1873, el Estado suscribió sucesivos contratos con la Compañía Mensajerías Orientales. El contrato de 1860 establecía 7 carreras que unían Montevideo con las ciudades del Sur del Río Negro y con Tacuarembó y una carrera opcional, establecida al año siguiente, que llegaba a Paysandú y Salto. En el contrato, firmado en 1865, se elimina esta extensión y se llegaba desde Cerro Largo a Tacuarembó. En el contrato de1873, que presumiblemente fue prorrogado hasta su progresiva sustitución por el ferrocarril, no se establecen los recorridos sino las localidades al norte del Río Negro. También aumenta el número de las localidades en el Sur y el Este del país, lo que implica una gradual cesación de los servicios prestados por las postas locales a postillones. A partir del último tercio del siglo XIX el sistema de postas de diligencias es desplazado de sus rutas habituales por el ferrocarril, conservándose hasta las primeras décadas del siglo XX las rutas no atendidas por éste y las que conducen a él, convirtiéndose en un servicio complementario del mismo.

 

Hasta los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, el transporte por el territorio uruguayo, escasamente poblado por aquel entonces, se basaba principalmente en la lenta marcha de carretas tiradas por bueyes, las que formaban, regularmente, pequeñas caravanas en aras de una mayor seguridad frente a la hostilidad de una campaña despoblada que propiciaba las andanzas del malevaje. A este medio se sumaban los servicios de postas de postillones, que permitía una comunicación más ágil.

 

La población del país crecía notoriamente con la inmigración europea y con ello los asentamientos en el interior, ambos fomentados por las políticas de los gobiernos actuantes que buscaban una mayor productividad del territorio. Esto promueve una mejora en los medios de comunicación. Así como el sistema de postas de diligencias se complementa con el sistema de postas a caballo, cuando apareció el ferrocarril, a partir del último tercio del siglo XIX, las postas de diligencias alcanzaban lugares donde las vías de ferrocarril no llegaban.

En Tambores el viento juega sin fronteras cuando Tacuarembó y Paysandú se unen, en un camino polvoriento, que nos cuenta muchas historias y leyendas, de un ayer cerquita. Con una toponimia cargada de nombres guaraní de hondo significados. Un suelo que guarda la huella del indio, un pasado que quiso ser borrado, pero sin embargo subsisten hasta hoy descendientes de aquellos “exterminados” en la emboscada de la Cueva del tigre o de las instancias sucesivas en la cocina o puesto de estancia del viejo Bonifacio Benítez.

Aún resuenan los ecos del Zorzalito de Tambores, que paseó por estas calles, vivió acá, anduvo nuestros caminos, a visitar a sus amigos por el Blanquillo o el Queguay.

 

Aquí donde cerca, nace el Queguay, un río que sueña y canta, de las mayores reservas de biodiversidad, hermanándose nuestras sierras con las de Valle Edén y las del Cerro de la Ventana. El nombre del lugar, creemos que la más apropiada es la que refiere, a la relación familiar, eran cuñados y comercial-político entre Carlos Félix Escayola (dueño de la estancia Santa Blanca, en Las Crucecitas, triple frontera entre Tbó-Pdú-Salto) y Antonio de Souza Netto (dueño de la estancia La Gloria. Piedra Sola. Pdú), se dice que los esclavos de Souza Netto hacían un trasiego engrillados desde La Gloria a Santa Blanca y viceversa y en lo alto de “la cuchilla” realizaban ceremonias propias de sus ancestros, en la que los sonidos que emitían semejaban a tambores, era parada segura.

 

Desde ese momento la gente empezó a decir” allá donde golpean tambores, allá en los tambores…” terminaron llamando al lugar: Tambores. El tren como sabemos llega después de eso, por lo que aquello del sonido en las sierras, o el retumbe de la construcción del tendido de la vía caerían por tierra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otra dice por la forma de los cerros, aunque nuestros cerros no tienen forma de tambores, y al decir de Osiris Rodríguez Castillos “los cerros de Valle Edén en redondo corcovean"  Como propiedad de Seré Mondine, éste dona un predio de 7.741 mts2 para el ferrocarril, donde se levantará la estación de trenes y el corral de embarque, siendo el primer puerto seco al norte del Río Negro. En su entorno, aparece el inicio de lo que será posteriormente el pueblo.

 

Este primer puerto seco cobra gran significado no sólo para Tambores, sino para todo el norte del país, ya que no era lo mismo llevar una tropa por tierra (largos viajes, días de tropa, pérdida de peso y calidad de los ganados, etc) hacia Montevideo que llevarla embarcada. Lo mismo sucedía con las comunicaciones y envíos desde y hacia la capital, como posteriormente los viajes de pasajeros. Sin dudas, el tendido de la vía férrea fue el gran fenómeno económico-cultural–social, que dio origen al centro poblado y a la expansión de él y de su amplia zona de influencia.

 

 Nuestra comarca registra un fuerte porcentaje de ascendencia riograndense, al respecto dice el Profesor Óscar Padrón: ”la adquisición de tierras a partir de la década de 1830 por los brasileños fue en constante aumento, sustituyendo ellos a los antiguos propietarios de origen español o americano, éste proceso alcanzó dimensiones realmente significativas y en algunas zonas absolutamente predominantes”.

 

Por esas cosas del destino, queda establecido un lazo entre San Bentos y la casa quinta donde vivió María Antonia de Souza Netto en Montevideo, donde hoy es el Museo Antropológico del Uruguay.

 

Ese hermoso recinto es el lugar elegido por el país para mostrar y estudiar nuestro origen como nación.

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